¡No hay un mango! Sequías, heladas y una bacteria dejaron a Formosa sin su fruta más popular
El ingeniero agrónomo Rolando Scribano, del INTA Laguna Blanca, explicó que la combinación de condiciones climáticas adversas y la aparición de una enfermedad bacteriana afectaron gravemente la producción de mango en toda la provincia. La fruta, típica de patios y veredas formoseñas, prácticamente desapareció esta temporada.

En los patios, veredas y calles de Formosa, los árboles de mango lucen este año casi vacíos. Lo que hasta hace poco era una postal común del verano formoseño, con ramas cargadas de fruta madura, hoy dejó paso al asombro: el mango prácticamente desapareció.
El ingeniero agrónomo Rolando Scribano, extensionista del INTA Laguna Blanca, explicó en diálogo con Radio Uno que la situación se debe a una combinación de factores climáticos y sanitarios. "Estos últimos años hemos tenido condiciones climáticas adversas. El mango es un cultivo de origen tropical y, si bien se adapta al clima subtropical de Formosa, las sequías y las heladas tardías afectaron su floración y el cuajado de la fruta", detalló.
Según el especialista, el árbol necesita bajas temperaturas —entre 6 y 18 grados— para inducir la floración, pero luego requiere calor para que el fruto se desarrolle. "Este año tuvimos heladas en agosto y hasta septiembre, justo cuando debía producirse el cuajado, y eso hizo que se perdiera buena parte de la producción", indicó.
A las inclemencias del clima se sumó el avance de una bacteria del género Xanthomonas, que provoca la caída prematura del fruto y manchas negras en la cáscara. "Esa enfermedad ingresó hace unos tres años y afecta sobre todo al mango criollo, el más común en las casas y calles. No representa un riesgo para la salud, pero sí deteriora la fruta y la hace caer antes de tiempo", aclaró Scribano.
El técnico agregó que otra patología, conocida como "escoba de bruja", causada por un hongo del género Fusarium, también complica la floración. "En los huertos comerciales se la puede controlar con fungicidas orgánicos, pero en los árboles urbanos nadie los trata, y eso agrava el problema", explicó.
De todas formas, Scribano descartó que las plantas corran riesgo de secarse. "No es una enfermedad que mate al árbol, pero sí afecta su capacidad de producir fruta", aseguró. En la zona norte de la provincia, algunos productores que cultivan variedades comerciales lograron mejores resultados gracias al control sanitario, aunque reconocen que la falta de lluvias también incidió.
Así, entre la sequía, las heladas y las bacterias, el mango —símbolo del verano formoseño— se tomó un descanso inesperado. Y habrá que esperar a la próxima temporada para volver a ver sus frutos dorados colgando de las veredas.
