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RELEVAMIENTO DE RADIO UNO

"Entre góndolas y promociones: la pulseada diaria del bolsillo"

En una mañana gris, otra más en este otoño formoseño, volvimos a recorrer los pasillos del supermercado con una pregunta sencilla pero urgente: ¿Cómo están los precios? El 13 de mayo hicimos este mismo recorrido. Hoy, 27 del mismo mes, la respuesta parece ser unánime: "todo sigue igual".

La azúcar Diamante continúa marcando $1.020, y la marca Los 4 se mantiene en $945. El aceite, otro de los productos esenciales, no mostró alteraciones: Florencia, Legítimo y Cocinero —todos en presentación de litro y medio— rondan los $3.980 a $4.090. También permanecen sin cambios el arroz y la leche en polvo. En el papel, la inflación parece haberse tomado un respiro.

Pero la percepción del bolsillo no siempre coincide con las cifras. Por eso hablamos con quienes más saben: los consumidores. Y ahí aparece una grieta entre la estadística y la experiencia.

"Está más o menos nomás", dice una señora que empuja su changuito a medio llenar. Otro cliente comenta que "se mantiene ahí nomás, sí". Algunos destacan que las promociones ayudan, como los "2x1" o el "llevás dos y te hacen rebaja". Pero advierten: "hay que hacer la cuenta, porque no siempre es tan oferta como parece."

Donde sí hay cambios es en las frutas y verduras. El brócoli, por ejemplo, está por las nubes. "Escasea", dicen. Y como todo lo escaso, cuesta. Las ofertas en este rubro son pocas y es ahí donde más se siente el ajuste. La estacionalidad también juega su parte: no es lo mismo comprar sandía en verano que en pleno otoño, cuando prácticamente no se consigue.

Otra estrategia común: recorrer varios supermercados. Algunos compradores confiesan que van "mirando", "comparen" y, cuando encuentran algo conveniente, "llevan cinco o seis unidades". El hábito del stockeo reemplaza al changuito semanal de antaño.

¿Conclusión? Los precios, en su mayoría, están estáticos. Pero el comportamiento del consumidor cambió: más cálculo, más cautela, más necesidad de buscar. Y si hay una enseñanza clara que dejan las voces recogidas entre góndolas y cajas registradoras es esta: el precio no es solo un número, es una sensación. Y esa, aunque los números no se muevan, muchas veces pesa más.