Las cuarentenas largas sirvieron de muy poco y no habría que repetirlas en 2021
El paper muestra que Honduras y Argentina impusieron los confinamientos más extensos y afirma que “un enfoque de adaptación podría haber resultado más eficaz para salvar vidas y reducir los costos económicos y sociales”

Los largos confinamientos masivos a los que recurrieron países como la Argentina sirvieron de poco en 2020 y no deberían repetirse en América Latina, porque si bien el desarrollo de vacunas efectivas contra COVID-19 “marca un avance histórico”, en 2021 “será difícil lograr la inmunidad colectiva con la misma rapidez en los países en desarrollo a través de la vacunación”, dice un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)
“Esto significa que mientras el virus continúe propagándose por todo el mundo, resultará crucial gestionar las restricciones de movilidad de forma estratégica para poder controlar el contagio a corto y mediano plazo”, advierte el estudio, que señala que, a diferencia de las cuarentenas XL de Honduras, Argentina y Bolivia, los tres países que impusieron confinamientos masivos más largos (gráfico), los enfoques dinámicos, de responder adaptativamente a la evolución del virus, como hicieron varios países desarrollados, fueron más apropiados. En América latina, dice, “un enfoque más de adaptación podría haber resultado más eficaz para salvar vidas y reducir los costos económicos y sociales”.
“América Latina y el Caribe tendrá que poner en práctica las enseñanzas adquiridas a partir de la amplia gama de enfoques que los países, en distintas partes del mundo, han implementado”, dice un pasaje. “La mayoría de los epidemiólogos están de acuerdo en que el uso del tapabocas y el distanciamiento social generalizado son la clave para prevenir el contagio, pero hay menos consenso sobre el éxito relativo de las intervenciones no farmacéuticas (INF), como los toques de queda y los confinamientos, para evitar que la gente se reúna a una distancia riesgosa”, dice otro tramo del estudio, realizado por Agustina Schijman, Carolina Correa Castro y Diego Vera-Cossio. Además, señala, “otras medidas de restricción de la movilidad, así como los costos económicos y sociales que estas conllevan, no han sido uniformes en todos los países”.
Aprender de la experiencia
Que los resultados no fueron buenos lo atestigua el hecho de que a pesar de tener INF (como las cuarentenas) rigurosas, los países latinoamericanos lideraron hasta mediados de noviembre de 2020 el ranking mundial en el número de casos de COVID-19: con apenas el 9% de la población mundial, la región representa el 21% de los casos confirmados y el 32% de las muertes a nivel global”, precisa el trabajo, basado en un “rastreador de respuesta gubernamental” y el “índice de rigurosidad” de los confinamientos elaborado por la Universidad de Oxford.
En cuestiones de cumplimiento, dice el estudio, la confianza es importante y una “buena disposición” ciudadana podría compensar las dificultades de los gobiernos para hacer cumplir la ley. De hecho, en base a otro estudio, el BID subraya que en Europa la disminución de la movilidad durante los primeros meses de la pandemia fue sustancialmente mayor en aquellas regiones que, antes de la pandemia, tenían altos niveles de confianza en el gobierno. En base a índices de movilidad de Google y de confianza en el gobierno de la encuesta Latinobarómetro, el estudio muestra que el mismo fenómeno se reiteró en América Latina, pero no suministra los datos por país.
No contándose aún con vacunas suficientes a nivel mundial, las lecciones de las primeras etapas de la pandemia son clave para frenar el brote en los próximos meses. “Nuestros hallazgos indican que mantener confinamientos severos durante un largo período de tiempo resultó todo un reto para América Latina y el Caribe y que un enfoque más de adaptación podría haber resultado más eficaz para salvar vidas y reducir los costos económicos y sociales”, insiste el estudio, y contrasta esa situación con la de los países avanzados donde “la adopción temprana de confinamientos de corta duración, seguida de un enfoque de adaptación y prueba y error, resultó eficaz para frenar la propagación del virus”. Además, reitera la importancia de la confianza de la población en sus respectivos gobiernos.
“En los meses venideros –concluye- la capacidad de los países de América Latina y el Caribe para poner en práctica un enfoque de adaptación para contener el virus resultará crucial, ya que los retos logísticos de la entrega de vacunas (especialmente a las personas en situación de riesgo que viven en comunidades remotas y poblaciones vulnerables) probablemente requerirán que los gobiernos aprendan sobre la marcha, superen rápidamente los obstáculos y cambien sus planes de acuerdo con las necesidades”. Infobae