Es evangelia, de Formosa y ahora vive en Rosario, pero trabajó años con Las Maras en El Salvador
En medio de la "guerra" contra las pandillas que lanzó el presidente salvadoreño, Nayib Bukele, sumado a la inauguración de la cárcel "más grande de América", la evangelia Silvana Winter, quien nació en Formosa pero estuvo 20 años en El Salvador, contó su experiencia trabajando para ayudar a integrantes de las maras a tener una vida lejos de la delincuencia.

Winter explicó que las maras son organizaciones que brindan protección, pertenencia, amistad y respeto a quienes están dentro de las mismas. "Es fuerte y cerrado, quienes entran ya no salen y si salen tiene que ser con una condición especial, pero por lo general salen muertos", declaró.
"Es difícil entrar a la mara porque hay ciertos rituales, nosotros pudimos trabajar con jóvenes y pudimos conocer un poquito más el motivo por el que entraban a este tipo de organizaciones. Entran desde muy chiquititos, de 8 años inclusive, buscando protección ante factores como hogares conflictivos", agregó.
La entrevistada sostuvo que como evangelios trabajaban en campamentos para ayudar a estas personas a transformar sus vidas y que a través de ese tipo de contacto pudieron saber que hay rituales de iniciación: "Los varones son golpeados por 13 segundos, deben aguantar y para las mujeres pueden ser golpes por las mujeres de la mara o violaciones por varias personas y eso lo tienen que resistir para poder entrar y otro ritual es matar a alguien de otra mara o matar algún policía o alguna persona".
Comentó que las maras tienen ofrecen una condición que posibilita salir vivos de la organización, es hacerse religiosos. Pero ejercen una vigilancia y a la primera que detectan "una torcida" (volver a delinquir, dejar la religión y malos hábitos) desde la organización se encargan de asesinarlos.
Al finalizar, la mujer dio un mensaje para la sociedad Argentina: "Los 20 años que estuve en El Salvador trabajamos mucho con la juventud y con las iglesias, si Dios no está de por medio no va haber cambio en las personas pero el problema es que en esas personas Dios queda afuera y al no buscar a Dios no pueden trabajar el amor de Dios, el amor que puede ayudar al otro. Nosotros intentamos ayudarlos pero el hombre y la mujer tienen que aceptar a Dios, ser empáticos y practicar el amor y las buenas costumbres".
(Es una nota de Radio Uno Formosa)