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AÑO ELECTORAL

El oficialismo se reúne para definir su interna, con la sorpresiva participación de Máximo Kirchner

El diputado no estaba entre los cinco designados por el kirchnerismo y se pensaba que no iría; la declaración consensuada repudiaría la inhabilitación de Cristina Kirchner para ejercer cargos públicos y avalaría el sistema de internas

Con diferencias de fondo abismales entre los principales socios de la coalición de gobierno, el Frente de Todos ya se encuentra reunido en el primer encuentro de conducción política del año electoral. A partir de las 19, más de 25 funcionarios y dirigentes se dan cita en la sede nacional del PJ, en Matheu 130. Difícilmente salgan de ahí grandes definiciones, coinciden en distintas terminales del oficialismo. Pero la intención de la Casa Rosada es consensuar un puñado de acuerdos básicos y ratificar la unidad del espacio con una foto.

La gran sorpresa en el arranque fue la llegada del diputado Máximo Kirchner, cuya participación no estaba prevista. Tampoco integraba la lista de los cinco representantes del kirchnerismo.

En las horas previas al encuentro un grupo reducido de funcionarios le hacía retoques a un documento conjunto. Cada parte, además, confirmó a sus enviados a la mesa, tras varios días de intrigas en torno a la lista de invitados.

Pasado el mediodía, Cristina Kirchner y la cúpula K pulieron la lista de representantes en la mesa. Irán el ministro del Interior, Eduardo "Wado" De Pedro -principal enviado de la vice en el encuentro-; el ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense y armador territorial, Andrés "Cuervo" Larroque; el jefe de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Abel Furlán; el titular del gremio La Bancaria, Sergio Palazzo y la senadora cercana a Cristina Kirchner y titular del PJ de Mendoza, Anabel Fernández Sagasti.

Documento
Según fuentes de la Casa Rosada, el escrito contemplaría un pronunciamiento por la "proscripción" de Cristina Kirchner y un aval a las PASO como mecanismo válido para dirimir candidaturas. A eso se le agregaría la reivindicación de la "unidad en la diversidad", además de una crítica al gobierno de Mauricio Macri. Todo puede cambiar con el correr de las horas.

El primer punto es el que más le interesa al kirchnerismo, que advierte que el Gobierno "no puede hacer como si nada pasara" si a la líder de su espacio le impiden competir en las urnas, en sintonía con la narrativa que construyó la vicepresidenta tras la condena en la causa Vialidad, que la inhabilitó para ejercer cargos públicos. "Hablar de candidaturas es hablar de frivolidades si no entendemos la gravedad institucional que tiene esto", advirtió un colaborador del kirchnerismo a LA NACION.

El segundo punto, el de las PASO, obedece a la obsesión de Alberto Fernández, que insiste con dirimir los liderazgos en una interna, de la que él podría participar, o no. "No más una lapicera que defina entre cuatro paredes", comentó uno de los intendentes que ayer almorzó con el jefe de Estado en la Casa Rosada.

Hasta ahí llegarían los consensos a plasmar en un papel. La duda es si en la dinámica de la reunión se podrán abordar las cuestiones de fondo que hoy no permiten un entendimiento interno, principalmente entre Fernández y el kirchnerismo. "Es como una cena familiar en la que no se puede hablar de política", ironizaban hoy en un despacho oficial.

En primer lugar, los seguidores de Cristina Kirchner consideran errado el diagnóstico positivo que transmite continuamente la Casa Rosada. Sostienen que no reconoce las dificultades económicas que se palpan en la calle, ni los errores a corregir. Fernández no quiere que se habilite un debate en torno a las medidas de gestión. "No es que el kirchnerismo se mete en la gestión de Alberto. El kirchnerismo es la columna vertebral del frente, sin Cristina no existiríamos", replican en el campamento K.

El otro "elefante en la sala" es la potencial candidatura de Fernández. El Presidente mantiene viva la llama de su reelección ofuscado con sus socios por la falta de reconocimiento a su trabajo. Eso irrita profundamente a la vicepresidenta, que no lo quiere en un proyecto futuro y cree que el juego del jefe de Estado afecta los tiempos de las definiciones. Sergio Massa, por su parte, ya le hizo saber al Presidente –con buenos modos- que sería importante que decida si va a jugar o no porque de su definición depende el resto de la oferta electoral. "Una PASO entre el Presidente y sus ministros es algo raro", dijo a este medio un funcionario que trabaja cerca del líder del Frente Renovador.

LA NACION