Arremetiendo contra sus clientes
Cuando el gobierno envía cerca de 150 policías a barrios fronterizos de la ciudad de Clorinda, 24 horas después de una batalla campal a piedrazos y balas de goma con paseros y estibadores, aparentemente lo hace para evitar los contactos estrechos con el vecino país lo que podrían causar contagios de coronavirus.

Cuando el gobierno envía cerca de 150 policías a barrios fronterizos de la ciudad de Clorinda, 24 horas después de una batalla campal a piedrazos y balas de goma con paseros y estibadores, aparentemente lo hace para evitar los contactos estrechos con el vecino país lo que podrían causar contagios de coronavirus.
Pero este despliegue ostentoso de una veintena de patrulleros, carros de asalto, la DDR, el grupo de operaciones especiales, varias órdenes de allanamientos, golpea a uno de los barrios más pobres de ese municipio.
La Pacotilla, las ventas fronterizas o el contrabando es accesorio en la vida de esas personas y esa práctica de cruzar bienes de un lado a otro de la frontera, depende de la cotización del peso, por eso a veces las cosas van al Paraguay o a veces vienen.
Práctica de un siglo
Pero esto fue así desde siempre, es en esencia de lo que viven. La mayor parte de estas personas tienen doble ciudadanía y además cobran beneficios sociales que por supuesto solo suman unos pesos a sus precarias economías. La gran parte de los recursos con los que viven vienen de esos negocios irregulares.
Basta con observar sus casas que utilizan a modo de depósito para darse cuenta que no se tratan de contrabandistas organizados sino de simples estibadores de un mercado, que aunque ilegal, forma parte de la idiosincrasia del lugar.
Esto lo saben desde siempre en el gobierno provincial y aunque toda la responsabilidad es de las fuerzas de seguridad nacionales, hoy la policía ha pasado a controlar, con una agresividad inusitada y fuera de su competencia las fronteras en esa ciudad.
Antes hacían la vista gorda por la imposibilidad de fiscalizar, tanto las fuerzas de seguridad como la policía, como también ocurre con sectores de la ciudad de Formosa, para muestra basta un botón y el “mangal es el sitio emblemático de una zona franca absolutamente liberada.
Todos son nuestros amigos
Pero lo contradictorio, es que el gildismo está atacando a sus bases electorales sin importarle lo que pueda llegar a suceder con esa gente que no hace ni siquiera para comer por el asedio policial.
Esos estibadores de mercadería argentina a pasar al Paraguay o de mercaderías en contravención a ingresar a Formosa son los votantes del séptuple gobernador de Formosa.
Son ellos los que en cada elección reúnen, punteros mediante, a toda la gente del barrio y los organiza en remises alquilados para ir a votar, con algunos pesitos de incentivo.
“Que no nos vengan a buscar en las elecciones” afirman.
Esta circunstancia se da no solo en los límites de Clorinda con el Paraguay sino también con los pobladores de esa ciudad que con un bloqueo sin certeza de finalización, han sido perjudicados con sus enfermos por no poder asistir a las respectivas atenciones en la capital de la provincia o directamente no los quieren atender.
Llagas penetrantes
“Somos como leprosos” dijo una dirigente política de la ciudad. Se suma el tremendo daño a la salud mental de jóvenes o de personas que intentaron quitarse la vida y con una política sanitaria que no contempla este tipo de patologías. “En Clorinda se siente como una atmosfera de claustrofobia, no tenemos adonde ir. La policía nos vigila cada paso”.
Lo cierto es que tampoco los ciudadanos tienen a quien acudir. El propio intendente, que al principio apoyaba las quejas de la gente, después de una reunión en el quinto piso, en oportunidad del anuncio de un aumento para estatales y del financiamiento para las comunas del mismo aumento, se dio vuelta como un panqueque y apoyó las decisiones del gobierno respecto del bloqueo. Antes decía todo lo contrario.
Por eso los clorindenses ya no pueden contar con su intendente. El eterno residente del quinto piso lo disolvió como a una pastilla en el agua, primero lo dejó fuera de las decisiones del Consejo de Atención a la Emergencia y luego le bloqueó los negocios a todo el empresariado vinculado, inclusive los suyos. A esto se le sumó el recorte del envió de fondos, la coparticipación pasó a ser un recuerdo después del inicio del bloqueo. Celauro no tuvo más remedio que claudicar, sin plata y sin decisiones, quedó absolutamente desolado.
Instancias difíciles
¿A quién acudir? El gobierno no contesta los mails enviados a la mesa del COVID, el intendente no existe, solo quedan y con algo de decisión el director del Hospital, Felipe Arnedo y el jefe de la regional 3 de Clorinda. Un escenario patente de estado de sitio.
Los enfermos con patologías graves tienen que pasar las mil y una cuando plantean que tienen que viajar a Formosa para hacerse atender. Una de ellas que sufría una dolencia profundamente dolorosa acudió a las redes para que finalmente y con ayuda de los “compartidos” se apiadaran de su situación y la enviaran a la capital para ser tratada.
Lo cierto es que el barbado lagunense ha perdido toda perspectiva de la situación y le dio vía libre a su ministro policial.
Cuando mayor es la protesta social de los estibadores en la frontera porque no los dejan trabajar para comer, mayor es la apuesta de la intimidación con una cantidad excesiva de efectivos.
Conducta desconocida
Pobres contra pobres, policías contra estibadores de lo ilegal. Piedras y gomeras contra escudos y balas de goma, el escenario se repite.
Una cantidad reducida de policía expuesta sirve como avanzada y a la vez como excusa para que luego un ejército de policías llegue para convencer a los estibadores que no pueden ganar.
El resultado: personas detenidas, policías heridos y una gran fractura social que cada vez se pone peor.
El casi un cuarto de siglo, gobernador de Formosa no solo está perdiendo los votos más fieles de su gigantesco aparato clientelar, está causando una ruptura entre la sociedad y su policía, que a la saga solo es un instrumento de políticas represivas de aquellos que diseñan las estrategias en sus oficinas con aire acondicionado.
Pero Insfrán no solo ha perdido la perspectiva de que a cada acción impuesta, muestra estrategias anacrónicas y autoritarias. Le molesta que la prensa nacional le diga “dictador”, pero toma decisiones como uno y ni siquiera da opciones de cómo modificar la situación sin violencia.
Derechos y humanos
Insfrán justificó las decisiones que se adoptan desde el Consejo de Atención Integral a la Emergencia COVID-19, el cual preside, “son medidas restrictivas que se toman ante la pandemia”. “Sabemos que no son agradables. ¿O ustedes piensan que nos reunimos todos los días para ver a quién lo incomodamos en su quehacer diario? No. Nos reunimos todos los días para tomar decisiones para que ningún formoseño sufra las consecuencias”, acentúo, pese a que vive aislado y hay rumores inquietantes sobre su salud.
En medio de más 800 Hábeas Corpus, declaraciones de inconstitucionalidad de la Cámara de Apelaciones, el pronunciamiento de Amnistía Internacional Argentina, instó a recapacitar a la gente, cuando en realidad quien tendría que recapacitar es él y todo su aparato represivo.
“Si estamos en una pandemia y como los abogados suelen hablar sobre la pirámide de Kelsen, o sea el orden relativo de las normas legales, ¿qué derecho está por encima de todo en este momento? ¿Qué derecho estaría en el vértice de esa pirámide? Para mí está el derecho a la salud y la vida. No puede estar por encima de ello el derecho a la libre circulación” volvió a afirmar.
La constitución solo para la biblioteca
En toda una declaración de principios, el eterno residente del quinto piso decide qué derecho constitucional tiene prelación sobre otro pero para que aquel que no elija, no se respete o se viole.
La Corte ha dicho reiteradamente que la Constitución es una estructura coherente, por lo que su interpretación “no debe efectuarse de tal modo que queden frente a frente los derechos y deberes por ella enumerados, para que se destruyan recíprocamente. Claro como el agua, salvo para alguien que se ha emperrado en mantener un sistema injusto.
El talón de Aquiles del lagunense sigue siendo el ingreso administrado de formoseños que suman los 7500 y que no pueden ingresar.
No falta mucho para que sea la propia Corte Suprema de Justicia le diga a Insfrán que está violando los derechos humanos y será del destino, si el veterano gobernador reacciona a un estado de derecho o plantea un estado sedicioso con posibilidades de cuestionar su legitimidad como gobernador. Lo peor de todo, pondrá a su amigo, el presidente de la Nación, Alberto Fernández, en una situación insostenible.
Unos “mangos”
Como un acto reflejo, Insfrán siempre apela al aumento de los sueldos cuando percibe el malestar social en su provincia pero debido a los bajos sueldos de los empleados públicos y solamente un 5% de mejoras en los haberes, el mal humor sigue tan vigente como antes.
Ya no sirve que salga todo el coro de gremialistas felpudos a agradecer, hace tiempo no representan a nadie, solo a sí mismos. Si tienen afiliados en sus gremios es gracias al poder de Insfrán que hace que los números los sostengan pero el descrédito lo llevan a flor de piel. Importa poco esos detalles, solo el descuento compulsivo por planillas a sus asociados.
Nuevamente aparecen los discursos de un presupuesto equilibrado, con responsabilidad en los aumentos y nuevamente el superávit es la bandera a mostrar.
Pero claro, este superávit tiene a los estatales cobrando sueldos por debajo de la canasta básica alimentaria está por los 47 mil pesos.
Gremios “patronales”.
Mientras los gremios “aplauden como focas”, los empleados sacan números y nada cierra. La pirámide salarial se ha aplastado, no existen diferencias entre categorías y las cifras que modifican las cantidades son la mayoría en negro, no hay diferencias entre responsabilidades laborales.
El grupo de los trabajadores de la salud que se desempeñan con la ley de la carrera sanitaria, precisamente sabe que no existe tal situación, sobran los enfermeros trabajando en negro y sobran las quejas por el beneficio del bono del gobierno nacional que nunca les llegaron a pagar como prometieron.
O también el IASEP, una obra social que ha sido vaciada y que teniendo la mayor cantidad de afiliados en la provincia no puede garantizar prestaciones, remedios oncológicos, atención a los chicos con TEA, tratamientos odontológicos, toda una calamidad.
“Se están guardando la plata que ahorran con lo que le quitan a la gente” afirman los trabajadores estatales y a razón de verdad todos los servicios del estado están precarizados pero no es nuevo, solo que cada vez se nota más.
Desde hace tiempo que planteamos que el superávit de Insfrán tiene como contraparte, la “deuda interna” con todo los formoseños de la mano del ajuste y la precarización del empleo estatal.