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El último complot de La Cámpora contra Martín Guzmán, llanto y bronca contra Alberto Fernández

El ex ministro avisó varias veces que se iría si no le daban el poder sobre el área energética, que maneja el kirchnerismo.

"No lo hagas, Martín". La plegaria del Presidente fue escuchada pero no atendida. El mensaje de Alberto Fernández llegó tarde al teléfono de Martín Guzmán. Ya había renunciado como ministro de Econo

guzmán esperaba desde hacía varias horas que el Presidente le respondiera un mensaje de texto en el que le avisaba su decisión final. El Jefe de Estado pensó que su funcionario clave en la gestión, y en su disputa contra los Kirchner, no iba a dejar su cargo en este momento, a pesar de que le había anticipado un final inminente.

El Jefe de Estado tanteó hasta último momento a funcionarios cercanos que iban a ayudarlo a sostener a Guzmán frente al último complot que La Cámpora organizó para asediarlo por vez número mil.

Guzmán tenía un plan para seguir en Economía, nuevos aliados que prometieron acompañarlo en una nueva etapa con más poder de su lado, aunque faltaba que el Jefe de Estado cumpliera con algunas promesas para que él se convenciera de que valía la pena liderar la resistencia final contra sus enemigos internos.

Fernández se retrasó con las respuestas, y Guzmán renunció con un tuit publicado mientras Cristina Kirchner daba uno de sus discursos.

mía, pero solo la faltaba oficializarlo.

Guzmán provocó enojos en la Quinta de Olivos pero aun así ayudó al Jefe de Estado a encontrar a su reemplazante durante el último fin de semana en el que la sociedad también padeció la incertidumbre y angustia frente a un poder que durante treinta horas quedó en shock.

Guzmán lloró.

Fue cuando dejó su oficina en el cuarto piso del Palacio de Hacienda. Saludó a los empleados de todos los rangos. Se iba. "¿Vieron? No soy un robot", murmuró entre lágrimas.


La partida de Guzmán, de modo paradójico, provocó que los diferentes jefes del oficialismo fracturado volvieran a hablarse, e incluso verse cara a cara. Quien los dividía los unió. Guzmán.

Los Kirchner cambiaron su relato.

Después de boicotear al ministro de Economía, de ponerle trabas en la gestión desconocidas para la opinión pública, de enemistarse con el Presidente hasta el límite de cortar toda comunicación debido a su alianza irrompible con el ministro, dieron vuelta sus discursos.

Ayer, en El Calafate, la vicepresidenta defendió al Presidente por el modo en el que renunció el ministro que ella detestaba: "La renuncia de Guzmán fue un acto de irresponsabilidad", y después sumó dramatismo describiendo lo que pasó como "un acto de desestabilización institucional".

Máximo Kirchner, hijo de la Vice, también giró en el aire: "Yo no fui al Presidente a pedirle la renuncia de ningún compañero", gritó en un acto peronista en Escobar.

Es el mismo dirigente que enfrentó al Presidente diciéndole que "cuando uno quiere conducir debe también obedecer".

Su madre, la vicepresidenta, alcanzó un punto de escalada no desestabilizadora contra el Jefe de Estado cuando, entre otras cosas, le ordenó a los ministros que militan en La Cámpora que renunciaran en forma conjunta tras la derrota del oficialismo en las primarias del año pasado.

Lo mismo pasó cuando en otro de sus discursos, entremezclados con cartas fulminantes contra el Presidente y sus funcionarios y en especial Guzmán, aseguró que un Gobierno "puede ser legítimo y legal de origen y no de gestión".

El concepto "contradicción" tiene para los Kirchner un sentido propio.

Guzmán renunció después de avisarle varias veces al Presidente que lo haría si no conseguía el apoyo necesario para gestionar cómo el creía que debía hacerlo, explicitando que La Cámpora lo había cercado con un último complot de los funcionarios de Economía que responden a la vice.

Guzmán entendió que su trabajo sería imposible si el secretario de Energía, un rubro clave para su "plan", si es que existía tal cosa, seguía siendo el militante K Darío Martínez.

Más aún, el subsecretario de Energía Eléctrica, el sociólogo Federico Basualdo, militante de La Cámpora, no le respondía los pedidos al ministro sobre cómo se implementaría la "segmentación de las tarifas de los servicios públicos" de luz y gas, el modo que encontró el Gobierno de bajar los subsidios a esos rubros subiendo los precios que paga un sector de la sociedad que podría afrontarlos. No le respondía porque tenía orden de la vice de no hablarle. Se lo confesó el secretario de Energía Martínez, que hacía equilibrio entre su jefa y Guzmán.

CLARIN