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CUANDO LA GRIPE DICE PRESENTE

Ante el frío es común escuchar: "Me siento un poco afibrado, entonces me clavo un antigripal"

La mañana asoma fría pero amable. El viento, que ayer cortaba la cara como cuchilla, hoy aflojó, y el sol hace lo suyo para disfrazar de templada una jornada otoñal que no perdona. Desde la esquina de Moreno y Bransen, la ciudad respira con calma y el móvil de exteriores de la radio ya está en movimiento.

"Me siento un poco afibrado, entonces me clavo un antigripal", se escucha decir al aire con tono entre confesional y costumbrista. Es la postal repetida de cada invierno: un picor de garganta, una nariz rebelde y ese sobrecito mágico que promete alivio en minutos. Pero, ¿cuánto cuesta hoy aliviarse?

Para responder, la radio se acercó a la Farmacia Moreno, donde Walter Acuña, su encargado, no solo recibe con buena predisposición, sino también con números frescos. "Los té antigripales están entre los $2.000 y $2.500, y los comprimidos van desde $6.000 hasta $8.000, dependiendo de la marca", comenta, mientras ordena cajas que ya no tienen tiempo de acomodarse: los clientes llegan y preguntan, compran y se van.

La sorpresa es moderada. "Hubo aumento, pero no tan significativo respecto al año pasado", asegura Walter. Un dato que reconforta en un contexto de precios volátiles. El año pasado los té oscilaban entre $1.500 y $2.300; los comprimidos, en torno a los $6.000. Hoy, poco ha cambiado, al menos en este rincón de la ciudad.

Pero el dato económico no es el único que importa. Lo que sí preocupa —aunque no se dice siempre en voz alta— es el hábito extendido de la automedicación. "Estos productos son de venta libre, pero siempre es recomendable consultar con un médico", repiten desde el estudio, y también lo dice Walter. Porque una cosa es el sobrecito tibio que hace sudar "como testigo falso", y otra muy distinta es no saber si ese síntoma leve encubre algo más.

La farmacia, como cada invierno, se convierte en refugio, en centro de consultas express, en ese lugar donde se busca solución rápida a malestares cotidianos. Pero la voz de alerta también está: el chiste del antigripal instantáneo no debe tapar la necesidad de un diagnóstico real.

Mientras tanto, el frío sigue ahí, más suave que ayer, pero constante. La ciudad se calienta entre tazas de té con paracetamol y consejos radiales. La salud, al fin y al cabo, también se construye en la calle, entre una esquina y un micrófono.